¡Oh, Antoine, qué felicidad! Mi corazón me decía que debías de ser túuuuuuuuuuu.... (sin desafinar, por favor).
Me parece que tiene razón la sabia Luisa. Y mi amado Anonimo también.
Antoine, soy feliz, aunque nunca, jamás podré alcanzar esas cumbres de sabiduría. Pero lo intentaré, no creas. Y, a lo mejor, de paso voy adelgazando.
No creo que vaya a merecerte nunca, aunque valdrá la pena hacer el esfuerzo.
Haces bien en ocultarte tras un tenue velo. Hay tanta gente agresiva, bestial, ignorante...
Antoine, que sigas en tu cielo transparente, perfumado y brillante, para bien de todos.
Adiós, Antoine...
Adióooooos
NOTA: no sé si habrás visto que es muy, pero muy fácil seguir mi rastro. Pay attention, please... Perdón: fíjate bien.
miércoles, 20 de octubre de 2010
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